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El viernes pasado, hablaba con mi buen amigo PhantomHamster, en uno de esos que alguien tan "humanista" como él puede dar con toda naturalidad, sobre los límites entre la noticia y la historia. La pregunta, tal como la planteé, es ¿cuándo la noticia se convierte en historia?. La definición oficial, de libro, es que esto sucede cuando han pasado treinta años desde el acontecimiento. Sin embargo, esta definición simplifica demasiado la apreciación del problema. En 1986 explotó el Challenger. Este hecho causó interferencias en todo el programa espacial de la NASA y las sigue causando, y sin duda alguna es uno de los momentos más
inolvidables de todos aquellos que tenemos más de 24 años, pero los imberbes mechones nacieron después de 1986, por lo que si alguna vez supieron sobre este hecho, lo escucharon como una curiosidad y lo olvidaron. Con suerte (¡seres indignos y desmemoriados!) supieron qué era el Columbia (y yo, que en 1982 tomaba helado Columbia de Bresler, de frambuesa y con forma de transbordador espacial; esa nave pobló mis sueños infantiles) por lo que su incineración les causó, con suerte, curiosidad y 10 segundos de atención. Asimismo, en 1974 militares argentinos causaron la desaparición de miles de recién nacidos; lo que para muchos jóvenes argentinos se enseña en los libros de historia, para las abuelas de Plaza de Mayo es una dolorosa realidad.
Ambos ejemplos bordean los treinta años, ilustrando la concepción individual del concepto de noticia. Sin embargo, me parece simplista llegar hasta este punto. Hace dos mil seis años, soldados romanos clavaron a un carpintero a una máquina de tortura; el domingo pasado, mi
abuelita vió a este mismo señor representado por un sacerdote en una ceremonia en su honor. ¿Es noticia o historia? Peor aún: en la iglesia de EEUU, varios sacerdotes consagrados al servicio de este memorable carpintero han sido acusados de pedofilia durante los últimos años, contradiciendo expresamente las enseñanzas dejadas por el carpintero y obligando profundas reformas a la iglesia de aún se desarrollan de maneras inesperadas. ¿Noticia o historia?¿Debemos segmentar y decir "Esta parte es noticia, esta parte es historia"? Si la noticia es aquel hecho que nos llama la atención, que nos sobrecoge, que nos influye, ¿porqué entonces la conquista de las Galias no es noticia? Consideremos que la conquista de las Galias consagró el poder romano, y nuestra civilización se origina con el Imperio Romano. Podríamos, asimismo, decir "Alfredo, tú estas equivocado; lo que pasa es que todo en realidad es historia, incluyo tu desayuno y el capítulo de ayer de CSI". OK, eventualmente algún hipotético historiador podría decir, "El día 20 de Abril de 2006 Alfredo el Magnífico vio el capítulo 15 de CSI: Las Vegas", puesto que basta con consultar la programación del canal y aventurar que programas me gustan, pero es muy difícil que diga "Al otro día desayunó huevos y café y en la tarde conquistó el mundo" dado que nadie me vio tomar desayuno.
Digamos que los desayunos no quedan en la historia, a no ser que sean importantes. La historia es el trasfondo sociocultural que nos hace ser lo que somos. La noticia es el agente propelente de la historia, dibujándose ante ella y muchas veces sobreponiéndose por largas temporadas. La noticia habla de batallas, la historia de guerras. La noticia es la memoria de corto plazo de la historia.
Esto me conduce a una reflexión final. Es sabido que la historia la escriben los ganadores. Si aceptamos la tesis de que la historia se escribe sobre las trazas de la noticia, debemos redoblar esfuerzos por escuchar la noticia escrita no por el ganador, sino la cercana a nuestro corazón. Mejor aún, debemos esforzar por crear nuestra propia noticia, ser nuestra noticia. Debemos ser los ganadores, debemos escribir la historia del futuro.