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Me llamó Gerardo a las 4:30 de la mañana. "Alfredo", me dijo, "Rossana está en la clínica. G. la golpeó". ¿De qué me está hablando?¿Es broma? No, Gerardo no bromea con eso. Instantes de terror y desconcierto "Ok, ¿qué puedo hacer?" "Anda a la clínica a despedirte".

 No recuerdo bien cuando la conocí. Debe haber sido por ahí por el 2000 o 2001, probablemente poco antes de obtener nuestra primera sala del CRI, el clóset ése. Probablemente llegó a jugar rol junto a alguien, le agradamos y se quedó permanentemente a abastecernos de pancitos con mantequilla, aseo y canciones. No tardamos mucho en convertirnos en los mejores amigos, o lo mejor que amigos de distinto sexo pueden ser. La llamé "mi amigo con tetas", podíamos hablar de todo tema, incluido minas, siempre ella aportando el punto de vista femenino de un modo muy poco femenino. Nunca pasó nada entre nosotros, porque yo siempre estuve con Sandrita y además ella siempre fue una mina cacho (su mamá se lo dijo en mi cara, para nuestro risal). Y filo; la alegría de su sonrisa iluminaba mi vida, la agudeza de su intelecto hacía las conversaciones interesantes. Llegó a ser algo así como una hermana chica no-tan-chica. El centro de la fiesta en computación, siempre de mami de todos menos mía, siempre armando los juegos de 8 loco, llegando temprano a las clases de estadística con Flema, hasta que se tuvo que ir de la U. Día triste, pero que la templó como una profesional de primera línea. Nunca se tituló de ingeniera, pero siempre fue capaz de taparle la boca a cualquiera. Certificada múltiple por IBM; si ellos la llamaban "ingeniera", nadie podría negarle el honor. La ví vender por técnica pura, por blabla y, de ser necesario, con un vestido apretado y escote hasta el ombligo. Una verdadera gurka, con un cuchillo en cada mano. Ascendió como la espuma... y así se alejó. Dejó de lado sus antiguas amistades, señalando que no le aportaban en su nueva vida. Creo que fui el único que se dio la molestia de subirla y bajarla a retos por eso... y creo que por eso mismo nunca dejamos de ser amigos. Tuvimos problemas, momentos buenos, momentos malos, pero cuando la necesité ella siempre estuvo ahí, la primera en llegar, en hacerme el nudo de la corbata cuando me casé, en acompañarme cuando Sandrita se fue al cielo, en irme a buscar para llevarme a la clínica cuando choqué en la moto. Ella nunca me falló.

Y ahora, mi amiga del alma también se fue al cielo. No es como cuando se fue Sandrita; el sentimiento es otro. Esa vez me perdí yo mismo; esta vez pierdo a mi hermana, mi amiga, mi consejera, la traductora de mi lenguaje, mi Deanna Troi. Pierdo parte de mí mismo. Pierdo más que un brazo. Pierdo a mi Nayita. No dejo de pensar en que si me hubiese llamado quizás habría alcanzado a llegar a ayudarla, en que ayer nos íbamos a juntar a almorzar y hablar sobre los problemas que estaba teniendo, en que el sábado pasado compartimos unos tragos en el boulevard, en que hace un par de meses la acompañé a comprar ropa y botas y luego fuimos al karaoke. No dejo de pensar en lo delgada y estupenda que estaba. La mujer que descansa bajo tierra no es mi Nayita, no es la esencia de lo que fue mi amiga del alma. Y pienso en la cantidad de mentiras y basuras que han inventado los diarios y la televisión para vender 2 ejemplares más u obtener más rating. Mentiras, mentiras y más mentiras, y en el proceso han enlodado su nombre de manera irreparable. Mi amiga es el prototipo de paloma infiel, dicen. Mi amiga, ingeniera brillante, necesitaba que le arreglaran su tablet personal, dicen. Insultos y más insultos, mentiras y más mentiras. Nadie le arregla su tablet a un ex administrador de sistemas de física FCFM. Si hubiese tenido un amante yo lo habría sabido. Y no me consta.

 Sea cual sea el camino que tomes, mi niña hermosa, te deseo un buen viaje. Tienes buena compañía allá arriba, tienes a mi mujer a tu lado. Besos, dulces sueños.