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Ayer, después de una interesante y variada once, mi querida señora y esposa me dice "mañana te llevas unos ramen, porque no quiero cocinar". Reflexionando sobre las propiedades alimenticias de los ramen y sobre cuántos debería llevar para quitarme el hambre, decidí mejor que iba a salir a almorzar en un restaurant.

Para los que no sepan, la oferta gastronómica de Plaza Italia es abundante, pero en ningún caso variada. Puedes comer hambuguesas, lomitos y churrascos en cualquier parte, pero salir de eso es difícil. Así que decidí ir a ver que comían los abogados de la Chile, pensando que muy mutantes los engendros serán, pero al menos son humanos (u orgánicos por lo menos). Parto a Bellavista.

Al adentrarme por Pio Nono, siento que poco a poco el calor primaveral da paso a un frío malvado. En la esquina, un niño rubio vestido con traje café le pregunta a su papá

-¿Papi, que es eso?-
-Eso, hijo, es la escuela de derecho. No encontrarás mayor escoria en la faz de la tierra-

dice, mientras dirige temeroso su mirada al suelo.

Avanzo entre hordas de seres sin mente con la mirada extraviada cual boletinero. Encuentro una taberna llena de abogados y decido que es suficientemente autóctona y pintoresca. Entro.

Lo primero que me llama la atención es lo heterogénea de la concurrencia y la cantidad de humos exóticos que circulan. Tipos deformes conversan con tipos con máscara, mientras tipos vuelan y aterrizan dolorosamente en las mesas de otros tipos.
La banda toca sus trompetas, saxos y flautas sin cesar, acompañados de un tétrico xilófono.

En el fondo, seres grotescos se introducen extrañas sustancias y polvos por cada agujero disponible de sus cuerpos. En otro rincón, un muchacho de chaqueta sin mangas dispara bajo la mesa a un tipo de cabeza azulada.

Se acerca el mesero y pido una colación. Me trae un plato con algo bañado en un burbujeante barro verdoso, diciendo "Alborrrroguindas de trampolodoco bañadas en légamo fluvial poporritetano. Disfruta, humano". Pienso en irme, pero digo "he comido en la cafeta. ¡Esto no puede ser peor!"

Tenía sabor a pollo. A pollo thai, para ser más preciso.

Después de comer, saco mi notebook y comienzo la siguiente anotación:

Bitácora del capitán, fecha estelar 20061121-1312:
He ingresado en los dominios de Derecho. A primera vista, se puede ver que sus mechones son los seres que parecen orquitos, quienes van evolucionando hasta convertirse, a mediados de quinto año, en tiburones mutantes, miméticamente idénticos a los seres humanos. Las mujeres tienden a ofrecer sexo a quienquiera les pueda subir tres décimas en lo que sea. Incluso, una de ellas me ha preguntado si yo era ayudante de algo

Hola guapo, ¿tú eres ayudante de algo?

Las costumbres de este grupocJJHJhhf

Un tipo me golpeaba el hombro. Estatura mediana, corbata, lentes y maletín. Atrás, un chascón de 2 metros 20, polera de Megadeth y chaqueta de mezclilla sin mangas.

-Mi amigo es Kramer. Es buscado por 16 comisarías.

Lo ignoro. Me llama de nuevo.

-Dice que le caes mal, que pareces un Injeniero.

Lo vuelvo a ignorar. Golpes en mi hombro de nuevo, mientras Kramer grita y estira sus brazos hacia mí.

-Yo también creo que eres un Injeniero. Te voy a demandar

Antes de que pudiese sacar un escrito de su maletín, esquivo a Kramer y le doy con mi portátil en el parietal derecho. Cae inconsciente.

-¡Atrás todos!-

grito. El bar está en silencio, salvo por el sonido vibrante y gutural del disco duro de mi notebook. Retrocedo lentamente hacia la puerta, mientras disimuladamente los abogados toman bates. En la puerta, corro hacia la feria artesanal. Escondiéndome en las esquinas, logro esquivar a una, dos, tres patrullas furibundas. Cuando estoy a punto de alcanzar la Costanera, me detienen dos abogados.

-¡Muestra tu TUCH!-

Agito un papel frente a sus caras.

-tú no quieres ver mi TUCH. Según la ordenanza de Casa Central 649-20/hhh75 del 2002, artículo 27 inciso b, nosotros los abogados no necesitamos mostrar la TUCH-

Ambos se miran confundidos. Al fin, uno de ellos dice

-...ok, yo no quiero ver tu TUCH-

-Permiso-

-Adelante-

Cruzo. Entonces, el segundo dice

-espera, Espera!!!! Esa ordenanza es sobre el tamaño del corbatín de Goofy!!! Y ya la anularon!!! ES INGENIERO, A EL!!!!!-

pero yo ya crucé la Alameda y las hordas furiosas de abogados nada pueden hacer al respecto.

Saludos, mis lectores terrícolas.